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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Abubillas



    A lo largo de los meses veraniegos, es costumbre y necesidad, en muchos ganaderos de esta zona complementar la escasa comida de las ovejas que conserva el campo (rastrojeras y pasto seco), además de con abundantes piensos compuestos, con camiones de fruta que en forma económica les proporcionan las cooperativas frutícolas del entorno.
 En principio, y cuando la fruta conserva algo de jugosidad obviamente es aprovechada por las ovejas, convirtiéndose posteriormente en un amasijo de fruta seca aparentemente sin vida que  guarda en su interior un recurso improvisado para algunas especies de aves que tan escasas de ellos andan a estas alturas del año: un mana de gusanos de la fruta, que entre otros insectos sobreviven en aquellos restos.
 Chorlitejos chicos, Rabilargos, Cogujadas, Lavanderas blancas, Estorninos negros..., entre otras son algunas de las especies beneficiadas por tal situación; algo que venía constatando hace ya varios veranos al visitar la Dehesa comunal de mi pueblo.
  Lo que realmente me sorprendió hace pocos días fue el volumen tan importante de Abubillas que se alimentaban de los mencionados gusanos, sumando en algunos momentos alrededor de 80 individuos, agrupación que con anterioridad no había visto ni tenía referencias con esta especie. Realmente curioso ver tantos ejemplares enfrascados juntos en tan ardua tarea.



 Ya ubicado en el lugar me sorprende la gran querencia de las aves, pues apenas se alejan unos metros ante la presencia del coche, decido parar un momento y no tardan en regresar situándose a escasos metros de mí, permitiéndome disfrutar de sus técnicas de alimentación.
 En el caso de las Abubillas, observo cómo tras rastrear con sus picos la inmundicia de la superficie a menudo  se sientan sobre los tarsos de sus patas;  este rastreo con notable frecuencia acaba con el éxito de conseguir con la punta de su pico el pertinente gusano y a continuación en un acto de malabarismo lanzarlo hacia arriba y con notable precisión engullirlo con facilidad superando de esta forma los centímetros que separan la punta del pico de su boca.


 Todo un ejercicio de maestría en el uso de sus herramientas físicas y todo un espectáculo el ofrecido por estas bonitas aves que en su sencillez y cercanía a veces ignoramos dejando de lado.