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miércoles, 15 de febrero de 2012

Barbacoa improvisada



Las últimas semanas asistimos a la segunda parte del festival de quemas en la Zona Centro, tras el otoño brutalmente pirómano que sufrimos los pasados meses, y al hilo de un invierno extremadamente seco, se vuelven a reproducir las quemas en cunetas, arroyos, acequias, desagües…, y todo aquello que los agricultores consideren a su libre albedrio digno de sufrir su llama purificadora. Todo ello de manera alevosa y aparentemente descontrolada.

Me vienen a la cabeza la multitud de formas de vida que esta equivocadamente “ancestral” (y digo equivocada porque al contrario de lo que muchos piensan, no fue una labor agrícola que usasen nuestros antepasados por simples razones de sentido común, que ahora necesitaríamos en grandes dosis); anfibios, mamíferos, aves…, todos ellos sufren grandes alteraciones en su forma de vivir, de buscar cobijo y alimento. Y muchos de ellos, por cuestión de imposibilidad en la huida, acabaran pagando con su propia vida.

Los rastrojos de arroz, tampoco se salvan de las quemas mencionadas, y es aquí donde los pasados días asistí a un hecho un tanto insólito para mí, por cuanto nunca lo había visto antes, y que sin duda habla de la capacidad de adaptación de las diferentes especies que habitan nuestros campos.

Mientras ardían los rastrojos, comenzaron a acudir Cigüeñas blancas al campo chamuscado, recalentado y humeante…en llamas; muchas de ellas, que envueltas en humo y esquivando las lenguas de fuego buscaban ansiosamente los abundantes anfibios agonizantes, retostados y sin escapatoria posible, que iban encontrando en buena cantidad, en aquel campo ennegrecido.

Su paso se mostraba rápido y fuerte, evitando con el mismo la entrada de oxigeno entre sus pies y las brasas que llevaría a las consiguientes quemaduras, algo similar a lo que tantas veces hemos visto en televisión con las fiestas de “San Juan” en San Pedro Manrique (Soria), donde personas descalzas atraviesan a pie una lamina de brasas, normalmente cargando a la espalda a otra persona. De vez en cuando ejecutaban cortos vuelos para caer en otro punto del arrozal, y también con no poca frecuencia salían al cercano camino huyendo momentáneamente de las altas temperaturas.

Superar el temor ancestral al fuego de todos los seres vivos, más aún los salvajes, aprovechar el nuevo recurso, ¡supervivencia en estado puro!.

3 comentarios:

  1. El sabado estuve yo por todos esos lugares de las Vegas Altas y la atmosfera era para bomberos, con todos mis respetos y aún a pesar que mi padre fue agricultor, no comprendo esas prácticas pirómanas.
    Es desolador el aspecto que tiene el campo, los animales lo están pasando realmente mal así que no es de extrañar que las cigüñas se juegen una chamusquina por comer, es como dices la supervivencia pura y dura, nunca mejor dicho.
    Me llamó la atención ver más cigüñas que otras veces, pero la verdad no reparé en sus agobios porque ya tenía yo los míos, ver pocas grullas, la mayoria las ví en el Cubilar entre las encinas. No se me iba de la cabeza una de tus últimas entradas.
    La nota positiva la pusieron un montón de limícolas que de normal yo no veo, pero volví a casa muy triste.
    Gracias Manolo, que gran maestro eres.

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  2. Son increíbles las fotos y "esa capacidad de adaptación de los animales a lo que les impone el hombre.
    Mi mujer es ingeniero forestal y cada vez que viajamos a la tierra y ve salir humo por la quema de rastrojos se pone enferma. Imagino que habrá otros métodos para tratar los restos de los cultivos y podas. Cierto amigo mío es agricultor ecológico y las podas de sus olivos se las da a ganaderos, a ellos les viene bien y así el no quema. Imagino que si todos pusieramos un poquito de nuestra parte se evitarían estas dantescas situaciones.
    Espero encontrarte por la FIO (si vas)
    Un abrazo!!

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  3. Thanks for the beautiful photos !!!

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