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sábado, 4 de febrero de 2012

Alimentación complementaria



Estos últimos días, realizando mis habituales recorridos de seguimiento a grullas, me estoy encontrando con la imagen que aparece en las fotos, las grullas comiendo en el pienso del ganado vacuno, y además en buen número. Inmediatamente las vi, me llego a la cabeza una frase con doble sentido: “ya están las grullas haciendo amigos”, por un lado una aparentemente disparatada compañía, las vacas, las cuales por cierto no daban mayor importancia a las nuevas comensales de su banquete, ignorando su presencia, y por otro lado, supuse lo entrañable que le parecería al vaquero semejante imagen bucólica.

En anteriores invernadas había visto acercarse grullas, a nivel familiar, a las inmediaciones de alguna cerca con vacas, y supuse que no debía ser algo inusual en su ruta migratoria o tal vez en sus áreas de reproducción. En todo caso, no deja de sorprender la plasticidad de estas aves en cuanto a recursos para subsistir, sin duda una de las claves de su éxito en un continente extremadamente humanizado como el nuestro.

Las grullas ya preparan sus “maletas”, llenan su cuerpo de energía con todo lo que pueda aportársela, igual entran en la montanera más recóndita que en una siembra tardía, apuran las ultimas rastrojeras de maíz y arroz, aprovechando el poco grano que va quedando y los brotes que han ido surgiendo tras la germinación de muchas semillas, revisan los campos recién arados, los rastrojos de arroz quemados, un poco por toda parte. Comenta algún ganadero de la zona, en cierto tono sarcástico, pero no exento de verdad…”mira que gordas y relucientes se las mandamos de vuelta a los países del norte”.

Reservan esa energía para el cercano viaje, febrero es el mes en que muchos de los jóvenes empiezan a independizarse, comienzan a verse al margen de sus progenitores, otros muchos lo harán a lo largo del camino, en Gallocanta donde ya aterrizaran muchos jóvenes independizados (por cierto que allí celebran este fin de semana el “Festival de Grullas”, desde aquí mi más efusiva felicitación), y los pocos que queden tendrán que iniciar su singladura post-familiar antes de la llegada a sus países de origen.

En febrero las grullas están más remolonas para alzar el vuelo ante la presencia humana, como si al momento de tener que marcharse, hubiesen tomado esa confianza que las da los cuatro meses que llevan entre nosotros. La respuesta más plausible a este hecho, es que ahora tienen que ahorrar el máximo de fuerzas para su viaje, acumular con esa “alimentación complementaria” el combustible necesario no solo para el trayecto, sino también para la inmediata aventura de la procreación, que sin mayor pérdida de tiempo iniciaran a la llegada a sus destinos.

4 comentarios:

  1. Si vieras lo que me está haciendo pensar todo lo que expones.
    Saludos

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  2. Muy interesante observación y entrada.
    Yo este fin de semana he estado en la tierra despidiéndome de ellas: el sábado en la Albuera y ayer en campos pegados a la A5 por Conquista del Guadiana. Cuanto más las veo, más me enamoro de ellas.
    Un saludo!!

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  3. Saludos para Anónimo, espero que tus pensamientos sean positivos de cara a las grullas, y también para el amigo Ramón, esperando que tu despedida fuese especialmente provechosa, aunque creo que demasiado prematura teniendo en cuenta que aún podremos verlas algunas semanas más. Haber si publicas en tu Blog algunas fotos del reencuentro con ellas en sus cuarteles de la Albuera.

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  4. Nice post with excellent pictures. The pictures alone would make me want to go there, because they show how much character the place has!

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