En vista de la observación de Grullas de ayer, tan temprana en el calendario, hoy decidí repetir la misma ruta, básicamente con la idea de buscar la presencia de más individuos que ayer me pudieran haber pasado desapercibidos o incluso que hubiesen aterrizado hoy.
Otra observación algo temprana en el calendario se presenta a mitad del trayecto, pues en los rastrojos de arroz se encuentran alimentándose 7 Ánsares comunes, también anticipados embajadores de los miles que nos visitaran en los meses próximos; nos entretenemos un buen tiempo en ellos, comentando cierto parecido físico con unas hembras de Avutarda que localizamos unos minutos antes. A poca distancia una nube acompasada de Gorriones morunos rasea, se posa, se vuelve a levantar…de unos arrozales en los cuales paradójicamente retumba periódicamente un cañón de carburo, que aparentemente no se muestra muy efectivo en su cometido.
Un trompeteo algo lejano, nos pone sobre aviso de por donde andan las Grullas, allí nos dirigimos lentamente, procurando y consiguiendo no molestarlas, al suponer que tras un viaje largo lo que más necesitan es tener tranquilidad.
Allí están, delante del telescopio, a unos 500 metros, en total son 24 de las cuales solo una de ellas es joven de año; comen sin descanso reponiendo fuerzas, algunas de ellas levantan cabeza en señal de vigilancia, pero la distancia con nosotros les resulta tranquilizadora; unos metros a la derecha otro bando de Cigüeñas blancas de similar número.
Distingo con el telescopio entre las patas de las Grullas un ejemplar anillado (se puede ver en una de las fotos presentes en la entrada), por la combinación de la tibia izquierda Blanco-Azul-Blanco se deduce que es de Estonia, paradójicamente uno de los países más lejanos cuyos controles se realizan en la zona; es de suponer que su procedencia tan norteña y tan temprana deriva precisamente de la llegada del mal tiempo y la escasez de alimentos en aquellas latitudes, lo cual las invita a abandonarlas con cierta premura, todo un record de movilidad migratoria.