El pasado jueves, 24 de febrero, volví a asistir a otro importante paso migratorio verificado desde Moheda Alta, entre las 11h-13h sobrevolaron la zona unas 2.000 aves claramente en dirección noreste. El vuelo era bajo, se veía claramente que estaban solidificando sus formaciones para posteriormente tomar altura y definir claramente su ruta. Tras dar unas vueltas por las localidades cercanas, pude comprobar que la mayoría de los vuelos levantaban precisamente del entorno de Vegas Altas-Obando, lo que me hizo imaginar que por las otras “autopistas grulleriles” el paso tuvo que ser muy denso igualmente, y que en territorios maños disfrutarían los siguientes días de la visita de las grullas que pasaron el invierno entre nosotros y verificar que tan escasa fue la invernada en Extremadura…
En Moheda Alta aún se alimentaban 130 grullas, con un porcentaje muy alto de jóvenes de año, que asistían sin inmutarse al constante paso de bandos en el cielo que parecían invitarles con su griterío a agarrarse a su cola para seguirlas.
Los bandos que pude observar tanto ese día como en los inmediatos anteriores estaban conformados en un alto porcentaje por los jóvenes emancipados a lo largo del ultimo mes, aproximadamente el 35%. Obviamente es el cuento de la lechera, pero estos últimos días al menos se duplica el porcentaje de jóvenes de año respecto del total de aves, que suele estar en la orquilla del 15-20% el resto de la invernada; también ese día observe algún joven de año con el plumaje extraordinariamente castaño para las fechas, probablemente procedente de alguna latitud muy norteña, este individuo estaba muy tranquilo acompañado de sus padres en un arrozal ya sin congéneres, seguramente se independizara a lo largo de la ruta, quien sabe si en Francia, Alemania…, sin prisas.
Las últimas semanas era todo un espectáculo ver las grullas saltando, bailando, picoteándose, en unas pautas nupciales constantes que presagiaban la inminente migración masiva que efectivamente se produjo a continuación.
En uno de esos campos donde los últimos cuatro meses, las grullas parecía que lo llenaban todo, con sus vuelos, sus gritos…su presencia, me encontré la pluma que aparece en la imagen y que da pie al titulo de la entrada. Es lo que nos va quedando, poco menos que los residuos de lo que pasó y vivió entre nosotros durante tanto tiempo y que siguiendo el refrán tan popular de que “uno no es de donde nace sino de donde pace…”, debemos considerar parte de nuestra Extremadura y defenderlo como tal. Ensimismado en la pluma, el viento la arrastro unos metros del lugar, como confirmándome que todo llega y todo pasa, como decía Gustavo Adolfo Becquer: “Volverán las oscuras golondrinas…”, añadiéndole yo a continuación “y se irán las grises grullas”.
Por cierto, aún permanecían en los arrozales de Moheda Alta, 7 Tarros blancos, y la interesante presencia de Avocetas, Combatientes, alguna Cigüeña negra, Aguilucho pálido, es lo que tiene, saliendo al campo siempre veremos cosas interesantes.
En Moheda Alta aún se alimentaban 130 grullas, con un porcentaje muy alto de jóvenes de año, que asistían sin inmutarse al constante paso de bandos en el cielo que parecían invitarles con su griterío a agarrarse a su cola para seguirlas.
Los bandos que pude observar tanto ese día como en los inmediatos anteriores estaban conformados en un alto porcentaje por los jóvenes emancipados a lo largo del ultimo mes, aproximadamente el 35%. Obviamente es el cuento de la lechera, pero estos últimos días al menos se duplica el porcentaje de jóvenes de año respecto del total de aves, que suele estar en la orquilla del 15-20% el resto de la invernada; también ese día observe algún joven de año con el plumaje extraordinariamente castaño para las fechas, probablemente procedente de alguna latitud muy norteña, este individuo estaba muy tranquilo acompañado de sus padres en un arrozal ya sin congéneres, seguramente se independizara a lo largo de la ruta, quien sabe si en Francia, Alemania…, sin prisas.
Las últimas semanas era todo un espectáculo ver las grullas saltando, bailando, picoteándose, en unas pautas nupciales constantes que presagiaban la inminente migración masiva que efectivamente se produjo a continuación.
En uno de esos campos donde los últimos cuatro meses, las grullas parecía que lo llenaban todo, con sus vuelos, sus gritos…su presencia, me encontré la pluma que aparece en la imagen y que da pie al titulo de la entrada. Es lo que nos va quedando, poco menos que los residuos de lo que pasó y vivió entre nosotros durante tanto tiempo y que siguiendo el refrán tan popular de que “uno no es de donde nace sino de donde pace…”, debemos considerar parte de nuestra Extremadura y defenderlo como tal. Ensimismado en la pluma, el viento la arrastro unos metros del lugar, como confirmándome que todo llega y todo pasa, como decía Gustavo Adolfo Becquer: “Volverán las oscuras golondrinas…”, añadiéndole yo a continuación “y se irán las grises grullas”.
Por cierto, aún permanecían en los arrozales de Moheda Alta, 7 Tarros blancos, y la interesante presencia de Avocetas, Combatientes, alguna Cigüeña negra, Aguilucho pálido, es lo que tiene, saliendo al campo siempre veremos cosas interesantes.