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jueves, 25 de marzo de 2010

El sucedáneo



Inexorablemente las estaciones van pasando y con ellas se va renovando el ciclo biológico de las diferentes especies que viven en este rincón extremeño. Apenas terminado el periplo de las grullas entre nosotros, (aunque aun quedan algunas, tal vez rezagadas, tal vez predestinadas a acabar su vida aquí…), en ese momento que uno va por esos encinares y tablas de arroz añorando su ruidosa presencia, sus siluetas que llenan todo en los cortos días de invierno, se da uno cuenta que esos campos se vuelven a llenar de vida con la llegada de otras muchas aves que comenzaran eso mismo que las grullas fueron a culminar en sus países del norte: la reproducción.
Como un capricho del destino, en una de esas salidas nostálgicas, encontré un inmaduro de Garza real (Ardea cinerea) que portaba anillas de colores en ambas tibias, el ave en cuestión procedía de una colonia próxima a la localidad de Mérida, donde fue anillada el pasado año. Un “guiño” alado, de una especie que tiene ciertas similitudes con las grullas, en este caso incluido el sistema de marcaje, como bien dice el titulo de la entrada mientras regresan hay que seguir disfrutando del tesoro natural que nos rodea y las mil sorpresas que esconde.